27/8/08



20/8/08

Cuando digo Magdalena

- Ahora comprendo que es un error que me llame Magdalena.
- No es ningún error. Magdalena era una cortesana de Magdala, Galilea, convertida por Jesucristo.
- A quien le lava los pies en el cuadro de Veronés
- Magdalena es también un río de Colombia; una ciudad de Bolivia; un partido de la provincia de Buenos Aires; una localidad del municipio de San Antonio de Cabezas de la provincia de Matanzas, en Cuba; un pueblo de Honduras, una provincia de Sonora, México; una localidad del Perú; una diputación del municipio de Cartagena; un cantón del Salvador y muchos otros lugares geográficos.
- ¿Por qué no los copiaste todos?
- Porque en muchos se repetía la palabra “municipio”. Hubo también una princesa, una reina y una religiosa carmelita que se llamaban Magdalena.
- Entonces es muy adecuado. Sólo que algo se me queda atragantado cuando digo Magdalena.


* * *
Las siete de la mañana. Magdalena saltó de la cama, presa de una súbita alegría. La noche anterior se había acostado con el pensamiento obsesivo de que no le gustaba llamarse Magdalena. ¿Y si en vez de Magdalena me llamara Marlene? Sentía que el nombre había sido elegido con apresuramiento, para cumplir una formalidad, como cuando a un recién nacido se le pone el nombre del santo del día o el nombre de su padre o, si es judío, el de un abuelo muerto. Magdalena le sonaba duro, como planchado con almidón, y con un escollo en el medio.
La Magdalena bíblica, esa llorona, era alguien a quien no se parecía ni quería parecerse. Los diminutivos tampoco le gustaban: Mag y Maggie eran extranjeros.
Magda conservaba el escollo en el medio. Magui era simplemente estúpido.
Un cambio de nombre resultaría molesto para quienes con tanta generosidad dedicaban horas y horas de su tiempo a escucharla.
Pero Marlene sería fácil de recordar porque empezaba igual que Magdalena y por la Dietrich. La Dietrich era todo menos una llorona, y a Magdalena no le hubiera disgustado parecerse un poco a ella.
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Pero en la vida hay destinos y destinos, y el de alguien llamado Magdalena era ser una mujer simpática, solícita, ocurrente, dispuesta a ayudar.
* * *

Steimberg, Alicia; Cuando digo Magdalena; Grupo Editorial Planeta. Ed. Esp. Biblioteca Argentina La Nación; Bs. As., 2002; pp 84 - pp 109